Wilmer Flores: ¿Por qué apostar por un emprendimiento ecológico?

En el Centro Poblado de Tana, distrito de Lincha, en la provincia de Yauyos (región Lima). reside la familia Flores Flores: Wilmer, Santa y sus 4 pequeños hijos.

Wilmer, natural de Cañete, estudió la carrera de producción agropecuaria en el Instituto de Educación Superior Tecnológica Publico (IESTP) Pacarán, ubicado en el distrito del mismo nombre de la provincia de Cañete, y muy pronto empezó a poner sus estudios en práctica en la parcela familiar. Se abocó al cultivo y venta de plantones de árboles frutales, combinando esta actividad con el cultivo y cuidado de las parcelas de sus vecinas y vecinos; lo cual se volvería su principal ingreso económico.

Viendo que el campo agroecológico era lo suyo, en 2017 Wilmer llevó el módulo “Producción de abonos orgánicos y microorganismos eficaces” de FORMAGRO, fortaleciendo así sus capacidades para el cuidado de sus frutales. Tuvo entonces una idea: crear un abono propio para sus plantones, asegurando su calidad y buen desarrollo.

Es así como empezó a dar muestras gratis de este abono, junto con sus plantones, lo cual le fue generando reconocimiento tanto en su distrito como en los aledaños. Sus ventas se incrementaron y las y los agricultores lo buscaban cada vez como más frecuencia.  “A raíz de este incremento en mis ventas, me vi en la necesidad de tener en mayor cantidad plantones de diversas especies, y decidí alquilar un lugar donde preparar mis abonos orgánicos y el sustrato para mis plantones” cuenta el joven productor.

Así, en un terreno que tenía en la carretera central en Los Olivos, Wilmer y su esposa Santa prepararon un espacio para exhibir y comercializar sus plantones; también abrieron una bodeguita ecológica llamada “Vivero Orgánico del Perú”, donde colocaron un exhibidor de madera, mesitas con sus respectivas sillas, cajones de madera y canastas para comercializar las frutas que produce en su parcela familiar.

“La agricultura orgánica la deben conocer más agricultoras y agricultores, así dejarían de echar los venenos al suelo y todos tendríamos alimentos sanos”.

Wilmer se dedica exclusivamente a elaborar su sustrato, abonos orgánicos tales como compost, bocashi, bioles y humus; y a cultivar e injertar sus plantones para la comercialización. Santa administra la bodeguita, añadiendo productos más elaborados como el jugo de frutas y utilizando envases amigables con el medio ambiente. El negocio es un éxito, y no solo se ha vuelto el principal ingreso de la familia Flores;  sino que es un gran ejemplo de las ventajas de apostar por un emprendimiento ecológico.

En diciembre del año pasado, su vivero “Rumi Q´umir” fue uno de los ganadores de la primera versión del Fondo Wiñay. Asimismo, durante la premiación, Wilmer participó en el conversatorio “Juventud rural y agroecología”, representando a las y los jóvenes productores que se abren paso en el sector. Wilmer llevó un mensaje claro: “La agricultura orgánica la deben conocer más agricultoras y agricultores y así dejarían de echar los venenos al suelo y todos tendríamos alimentos sanos”.