Nayheli Alliu – Consejera en Medio Ambiente FORMAGRO
La agricultura familiar es pieza clave del desarrollo sostenible. Es el modo de vida de millones de familias en el mundo, quienes la realizan en pequeñas extensiones de tierra con prácticas que conllevan elementos socio-culturales y ambientales.[1]
De hecho, es la mayor y más predominante generadora de trabajo: El 80% de los alimentos producidos en el mundo provienen de ella.
Por su importancia para la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declaró al 2014 Año Internacional de la Agricultura Familiar (FAO, 2014) y, posteriormente, lanzó el Decenio Internacional de Agricultura Familiar 2019-2028, buscando que los estados desarrollen políticas públicas y promuevan inversiones a nivel mundial que, además de favorecer las actividades de las y los agricultores familiares, contribuyan a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre ellos, la erradicación de la pobreza en el medio rural (FAO, 2018)
La agricultura familiar en el Perú
La agricultura familiar es la piedra angular de la seguridad alimentaria de la población peruana y aporta alimentos altamente diversos, nutritivos y de calidad.
El Plan Bicentenario, lanzado por Estado Peruano en 2010, la introdujo en la agenda política del país y las declaraciones de la FAO le dieron el impulso necesario para ponerla en la agenda local. Así, en los últimos años, se promulgaron la Ley de Promoción de la Agricultura Familiar en el Perú, su reglamento y, recientemente, el Plan de Agricultura Familiar 2019-2021.
Cifras de la agricultura familiar en el Perú
- Más del 83 % de los trabajadores agrícolas (3 millones) se dedican a la agricultura familiar.
- Representa el 97 % de las 2.2 millones de unidades agropecuarias existentes (MINAGRI 2015).
- El 30 % del empleo nacional es generado por el sector agrario.
- Contribuye en 5.3 % al producto interno bruto nacional y, en algunas Regiones, representa más del 20 % de su PIB. (MINAGRI, s.f.)
- Para 2012, el 30 % de las personas productoras eran mujeres.
Las dificultades y los riesgos que enfrenta
A pesar de su importancia, la agricultura familiar enfrenta diversas dificultades que ponen en riesgo su perennidad.
El cambio climático, pone en riesgo directo la seguridad alimentaria de las y los agricultores familiares, ante la posibilidad de no poder cultivar sus alimentos. En algunos sectores de los andes se proyecta que la disminución en las lluvias, el acortamiento del ciclo de cultivo y el adelanto de la fecha de siembra podrían reducir entre 12 y 15 % el rendimiento de los cultivos y generar pérdidas entre 4 y 7 % de los mismos. En la costa, se pronostican episodios más fuertes del fenómeno El Niño en la costa norte; una disminución del 20 % en las lluvias en la costa central; y una menor disponibilidad de agua en la costa sur. En la selva, se espera un cambio en el régimen de las lluvias que ocasionen el aumento de las plagas. En San Martín, por ejemplo, un descenso de 10 % de las lluvias podría afectar la floración del café (MINAGRI, 2012)[2].
La vulnerabilidad se amplifica en el caso de las mujeres. Ellas combinan las labores domésticas con las actividades agrícolas y no agrícolas para asegurar la seguridad alimentaria de sus familias y para diversificar sus fuentes de ingresos. Sin embargo, su trabajo fuera del terreno de cultivo es poco calificado y mal remunerado y, a menudo, cargan el peso de hogares completos, ya que sus parejas migran y ellas se quedan con la responsabilidad de atender a sus hijas e hijos y sus tierras. Aunado a esto, las normas socioculturales limitan el papel de las mujeres respecto a la toma de decisiones tanto en el hogar como en la vida pública. Esta multiplicidad de tareas disminuye su tiempo para acceder a oportunidades educativas, de control natal, de participación en asociaciones o hasta de empleos al exterior de sus terrenos. Además, las mujeres pueden ser víctimas de violencia de género y de discriminación. Todas estas dificultades se suman a las relacionadas a la tenencia de la tierra y su acceso a infraestructura, servicios públicos y seguridad (FAO, s.f.).
El limitado acceso al crédito y servicios financieros, es notorio sobre todo en las y los agricultores familiares de subsistencia[3]. En la región andina solamente el 5 % de ellos accedió al crédito, según información del IV Censo Nacional Agrícola (CENAGRO, 2012). Lo que dificulta la inversión en infraestructura e innovación, tanto para la producción como para la comercialización.
Otro desafío es el “envejecimiento del campo”, cuando las y los jóvenes de hogares donde se practica la agricultura familiar migran en busca de mejores oportunidades. El éxodo de la juventud rural hacia la ciudad, deja atrás a niñas, niños y población anciana. Esto genera el abandono de las parcelas y una pérdida de saberes ancestrales agropecuarios, lo que pone en riesgo la sostenibilidad de la agricultura familiar a largo plazo.
La agroecología al rescate de la agricultura familiar
A pesar del panorama, que a primera vista puede parecer sombrío, aún hay esperanza. Los países se movilizan para mejorar las condiciones de vida de las y los productores, lo cual incluye el acceso a financiamiento, infraestructura y formación.
El Decenio de las Naciones Unidas de la Agricultura Familiar, propone siete directrices (pilares) sobre los cuales la comunidad debe trabajar para asegurar la sostenibilidad de esta práctica:
- Contar con un entorno normativo favorable al avance de la nutrición y la seguridad alimentaria.
- Apoya la participación de las y los jóvenes para asegurar su sostenibilidad generacional.
- Reconocer la contribución de la mujer en la agricultura e incentivar su participación activa.
- Fortalecer las organizaciones de agricultoras y agricultores familiares.
- Mejorar la inclusión socioeconómica, la resiliencia y el bienestar de las familias agricultoras y rurales.
- Promover su sostenibilidad para conseguir sistemas alimentarios resilientes al cambio climático.
- Fortalecer su multidimensionalidad para lograr innovaciones sociales que contribuyan al desarrollo territorial, salvaguardando la biodiversidad, el medio ambiente y la cultura.
Desde esta perspectiva, la agricultura familiar es propicia a la implementación de la agroecología, práctica que persigue sistemas agrícolas durables, que promueve elementos culturales e identitarios, que asegura la sostenibilidad económica de las zonas rurales y que busca una agricultura con roles multifuncionales. Las y los productores poseen conocimientos ancestrales que se pueden alinear a la producción de alimentos agroecológicos (FAO, s.f.2).
En ese sentido, desde 2016, el proyecto FORMAGRO ha puesto en marcha acciones que van de la mano con los pilares delineados en el documento del Decenio de la agricultura familiar. Empoderamos a las y los jóvenes, y a sus familias, fortaleciendo sus capacidades técnicas en agroecología y rescatando sus saberes ancestrales aplicados a la tierra, para fortalecer su resiliencia frente a los efectos del cambio climático y, cuando es posible, promoviendo la adaptación de sus cultivos a las nuevas condiciones de sus regiones. También, promovemos la participación de la mujer en los procesos de toma de decisión relativos a las actividades agrícolas y a la diversificación de sus ingresos.
A cinco años del proyecto, hemos capacitado en producción agrícola a 1435 jóvenes en las regiones Áncash y Lima e impulsado 46 emprendimientos por medio de la creación del Fondo Wiñay.
En las siguientes páginas del boletín conoceremos las historias de jóvenes, mujeres y hombres, que innovan en la agricultura familiar.
[1] La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura define a la agricultura familiar como “una forma de organizar la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, acuicultura y pastoreo, que es administrada y operada por una familia y, sobre todo, que depende preponderantemente del trabajo familiar, tanto de mujeres como hombres. La familia y la granja están vinculados, co-evolucionan y combinan funciones económicas, ambientales, sociales y culturales” (FAO, 2014)
[2] En ese sentido, la Comunidad Andina proyectó en 2008 que, para el 2025, el cambio climático ocasionaría a los países andinos pérdidas del 4,5% de su PBI, incluyendo 10 % de pérdida de producción agrícola. (CAN, 2008)
[3] Agricultura de subsistencia “Es aquella con mayor orientación al autoconsumo, con disponibilidad de tierras e ingresos de producción propia insuficientes para garantizar la reproducción familiar, lo que los induce a recurrir al trabajo asalariado fuera o al interior de la agricultura.” (MINAGRI, 2015)
Bibliografía
FAO. (2018). El trabajo de la FAO en la Agricultura familiar. En línea: http://www.fao.org/3/ca1465es/CA1465ES.pdf
FAO. (2014) Agricultura Familiar en América Latina y el Caribe: Recomendaciones de Política. En línea: http://www.fao.org/3/i3788s/i3788s.pdf
FAO (s.f.) Las mujeres rurales y la agricultura familiar. En línea: http://www.fao.org/family-farming/themes/ruralwomen/es/
FAO (s.f. 2) Agroecología y agricultura familiar. En línea: http://www.fao.org/family-farming/themes/agroecology/es/
MINISTERIO DE AGRICULTURA Y RIEGO (2015) Estrategia Nacional de Agricultura Familiar de 2015-2021. En línea: https://www.agrorural.gob.pe/wp-content/uploads/2016/02/enaf.pdf
MINISTERIO DE AGRICULTURA Y RIEGO (2012) Plan de Gestión de Riesgo y Adaptación al Cambio Climático en el Sector Agrario, Periodo 2012-2021. En línea: https://sinia.minam.gob.pe/download/file/fid/42444
MINISTERIO DE AGRICULTURA Y RIEGO (s/f) Agricultura familiar. En linea: https://cdn.www.gob.pe/uploads/document/file/470549/INFOGRAF%C3%8DA_DE_AGRICULTURA_FAMILIAR.pdf
SECRETARÍA GENERAL DE LA COMUNIDAD ANDINA (2008) El Cambio Climático no tiene fronteras Impacto del Cambio Climático en la Comunidad Andina. En línea: http://www.comunidadandina.org/StaticFiles/OtrosTemas/MedioAmbiente/libro_cambioclimatico.pdf