Minedu busca duplicar matrículas en la carrera agropecuaria en los próximos cinco años

por Comunicación Formagro
9 de agosto del 2016 12:51 pm

Entrevista con Miguel Calderón Rivera, Director General de Educación Técnico–Productiva y Superior Tecnológica y Artística – Ministerio de Educación (Minedu).

– Se acaba de aprobar el proyecto de Ley de los Institutos y Escuelas de Educación Superior, ¿por qué y cómo cree que contribuirá la norma a la mejora de la educación superior tecnológica?

El proyecto de ley parte de un diagnóstico elaborado por todas las instituciones de educación superior tecnológica y pedagógica. Producto de ese análisis encontramos, no solo un desorden normativo, sino una baja calidad en la formación que impartían. Era necesario, entonces, realizar una serie de cambios normativos para poder crear un nuevo sistema, basado en los institutos y en las escuelas, y que tuviese todos los elementos que se requieren para que una institución tenga un buen desempeño. Por ejemplo, un marco académico flexible que permita que las personas puedan calificarse poco a poco, que el técnico no sea técnico toda su vida, igual con el universitario, sino más bien, que puedan transitar y tener, cada vez más, posibilidades de especializarse y obtener mayores grados.

Otro de los grandes problemas identificados a nivel nacional con los IEST (Institutos de Educación Superior Tecnológicas) y CETPRO (Centros de Educación Técnico Productiva) es la mala gestión. Los institutos carecen de planes de mantenimiento, de planes de renovación de sus equipos, tampoco existía una carrera para el docente de la educación pública ni incentivos para que nuevas personas puedan enseñar a nivel superior o técnico. Por ejemplo, el salario de un profesor contratado a tiempo completo por un instituto era de 1.200 soles, con ese salario no podíamos atraerlos ni mucho menos incentivarlos a que trabajen en zonas rurales o zonas de frontera. Por otro lado, necesitábamos promover un nuevo sistema de supervisión y de fiscalización para evitar las malas prácticas, requeríamos que todas las instituciones cumplan con las normas generales, pero que al mismo tiempo tengan mucha flexibilidad para innovar.

Queremos que haya una gestión integral y de la misma forma que haya una gestión de recursos humanos más adecuada y efectiva.

– Y en ese marco ¿cómo ve el estado actual de la educación tecnológica agropecuaria en las zonas rurales del Perú y en qué medida considera que la nueva ley promoverá su desarrollo?

El país tiene mucho futuro en este tema, en producción agropecuaria y, sobre todo, en industrias alimentarias. Lamentablemente, la matrícula en esas especialidades es bastante baja, no supera ni el 2% del total a nivel nacional. A eso, se suma la desactualización que existe, sobre todo, en aspectos tecnológicos. Una vez tuve la oportunidad de estar en un instituto de Chota, cerca al mercado agroexportador de Lambayeque, que cuenta con una carrera de Producción Agropecuaria y otra de Enfermería y Contabilidad. Las aulas de Enfermería y Contabilidad estaban totalmente llenas y las de Agropecuaria no llegaban ni a la mitad de las vacantes que se habían ofertado. Decidimos entrevistar a los que habían ingresado a la carrera de Agropecuaria y que luego habían desistido de participar, y las respuestas que obtuvimos fueron contundentes: los alumnos consideraban que no aprendían nada porque los profesores estaban desactualizados, y más aprendían en su unidad productiva que en el propio instituto. Hay, entonces, un divorcio bien claro y eso tenemos que cambiarlo urgentemente. Promover convenios con empresas privadas nos va a facilitar la posibilidad de hacer una educación dual para todo el tema agropecuario, pues, nos va a permitir actualizar a los profesores en nuevas tecnologías.

Otro tema importante es que necesitamos que otros sectores estén involucrados con el Minedu. Por ejemplo, tenemos en marcha un convenio en el que el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri) nos va a orientar sobre las carreras que se deben promover y, sobre todo, qué temas priorizar en la formación agropecuaria de las instituciones. Si queremos incrementar la matrícula, esa información será bien importante y hará más atractiva nuestra oferta.

La reforma está enfocada en tener una educación pública fuerte, sin dejar de promover los privados. Nosotros pensamos que en los próximos cinco años debemos duplicar la matrícula en estas carreras como la agropecuaria, que son tan importantes para el país.

– ¿Considera que el proyecto FORMAGRO contribuye a hacer frente a los desafíos que tiene la educación tecnológica agropecuaria respecto a la migración de jóvenes, el acceso a la educación —sobretodo— para las mujeres y a la revalorización de la carrera agropecuaria?

Sí, por supuesto. Por eso cuando conocimos el proyecto lo apoyamos sin dudar.

– ¿Por qué?

Primero, porque son escasos los proyectos que tienen una visión de desarrollo de capacidades tan clara como la que tiene FORMAGRO. Segundo, por los sectores que involucra y por las zonas en donde interviene, que son focos muy importantes para el desarrollo agropecuario y donde se requiere un apoyo tanto financiero como de desarrollo de capacidades. Esa conjunción hace que este proyecto esté totalmente alineado con las políticas que establece el Minedu.

Acá hay otro punto importante, cuando recién llegamos a la administración, teníamos muchos proyectos, tanto nacionales como de cooperación internacional, y cada uno tenía una agenda propia. En esta gestión hemos establecido líneas de trabajo, y todo lo que se encuentre dentro de esos lineamientos se puede trabajar, eso hace que ya no tengamos una dispersión. Anteriormente, cuando venía una agencia de cooperación, se firmaba un convenio, se ejecutaba un proyecto y cuando terminaba ya no quedaba absolutamente nada. Ahora, en cambio, podemos apoyar estas iniciativas y, luego de que maduren, se puede tener un mayor apoyo desde el sector público, para que pueda ser sostenible. En algún momento vamos a llegar a eso con el proyecto FORMAGRO.

IEST – Pacarán – Lima

El proyecto recién inicia y tiene un camino por recorrer. Tenemos que ver cómo las instituciones educativas del ámbito del proyecto serán capacitadas y cómo se integrarán dentro de nuestros planes de fortalecimiento, tanto para CETPRO como para IEST. Por eso, considero que el proyecto FORMAGRO se adecúa totalmente con lo que queremos y estamos en el camino de poder darle sostenibilidad más adelante y ampliarlo si es posible.

– ¿Cómo se podría ampliar?

Por ejemplo, pienso que la cooperación consideraría replicar el apoyo cuando las primeras instituciones educativas atendidas ya entran en una lógica de sostenibilidad desde el sector público. No se trata de apoyar lo mismo. Si se acaba el ciclo del proyecto, podría comenzar otro, por ejemplo, ampliando la experiencia o haciendo un añadido a lo avanzado. Pero lo que ya se hizo tiene que ser asumido por nosotros, pues si no, no tiene sentido la cooperación. Ya no estamos en un país de la década del ochenta, en donde se requería mucha inversión internacional para el desarrollo, ahora somos un país con recursos que debemos invertir bien, y la cooperación debe ser un impulsor para llevar a las instituciones a la excelencia.

– En el marco del proyecto FORMAGRO se implementarán diversos módulos educativos relacionados con la producción y transformación agropecuaria sostenible y con el emprendimiento, que impartirán los CETPRO, IST, en las zonas donde el proyecto interviene. ¿Qué acciones recomienda?

IST – Antonio Raimondi – Áncash

El tema del emprendimiento es un tema bastante importante para las actividades agropecuarias y existen diversos enfoques que ya han sido puestos en práctica en el país, algunos funcionaron y otros fracasaron. Por eso recomiendo tener una sinergia con esas experiencias. Por otro lado, el éxito de cualquier programa de emprendimiento no se encuentra en el proceso de formación, tampoco en la elaboración del plan de negocios. Está demostrado que el éxito se encuentra en el seguimiento que le das, pues una vez que ha logrado desarrollar su plan de negocios debe haber un acompañamiento y un apoyo cercano al emprendedor.

– ¿Cómo promover un mejor acceso a la educación de las mujeres, sobre todo en entornos rurales?

Alguna vez tuve la oportunidad de trabajar en un programa similar para cooperativas de café, en donde precisamente queríamos promover el empoderamiento de la mujer dentro de las organizaciones. Una de las estrategias que funcionó para conseguir algo más que solo la presencia de la mujer en procesos formativos fue la participación de las familias. Siempre se capacitaba a la mujer en temas de liderazgo para que asuma cargos en las asociaciones o en las cooperativas; sin embargo, al final, los directivos siempre eran hombres. Eso sucedía porque el esposo se oponía a que la mujer tuviera ese tipo de participación. ¿Cómo enfrentamos eso?, con la participación de la familia, del esposo. Es un acompañamiento bien fuerte porque no hablamos solo de cumplir un número y que asistan a las capacitaciones; lo que se quiere en verdad es que las mujeres tengan un rol muy importante dentro de su localidad. Creo que nadie está en desacuerdo con el tema de la equidad de género; el problema es cómo hacerlo sostenible y cómo tomar una estrategia adecuada para eso.

Mujeres de Áncash

Ahora, en temas agropecuarios, en todas las unidades productivas, la mujer tiene un papel muy importante dentro de la organización, de la producción, por ahí entonces se puede aprovechar, siempre teniendo igualmente una estrategia de involucramiento de la familia, incluso de la localidad.

– Trabajar bajo un enfoque integral es uno de los pilares que promueve FORMAGRO (trabajo articulado con el gobierno central, los gobiernos regionales y locales, la comunidad, la cooperación internacional, entre otros). ¿Cómo cree que se debe asegurar la participación activa de estos actores claves?

Cuando trabajamos con los CETPRO, debemos tener mucha cercanía con las UGEL (Unidades de Gestión Educativa Local); y cuando se trata de los IEST, con el gobierno regional. En el caso de Áncash y Lima, es importante trabajar con las UGEL, porque son las que finalmente tienen muchas de las decisiones administrativas de los CETPRO y de las instituciones educativas. Las UGEL tienen que estar 100% articuladas con el proyecto.

Los gobiernos locales pueden aportar también. Es importante que los alcaldes tengan conocimiento y apoyen lo que hace el CETPRO, pero hay que diferenciar el apoyo, pues la gestión de un CETPRO depende solo de la UGEL. Si se quiere contratar a un docente, tener una plaza, comprar un insumo, es la UGEL la que tiene la administración compartida con el CETPRO. Sin embargo, cuando hablamos de promoción de los temas productivos, es el gobierno local el que tiene que estar involucrado, y ese es otro nivel de participación. Además, el Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri), a través de la Dirección General de Negocios Agrarios tiene que estar plenamente informado del proyecto, tener una presencia política y apoyar todas las iniciativas de FORMAGRO.

Debe haber mucha sinergia con todas las instituciones que involucran el proyecto y se debe tener los niveles de responsabilidad muy claros.

Por ejemplo, si en el marco de FORMAGRO, un CETPRO necesita una presencia fuera de su local y tiene el apoyo de un gobierno local, de una ONG o del mismo Minagri para ello, la UGEL tiene que autorizarlo para que así la formación que se imparte ahí tenga el mismo valor de la del centro educativo y sea totalmente legal. Si no están 100% alineados con la UGEL, podemos tener trabas y eso debemos evitarlo.

Tenemos también un tema favorable que se ha dado últimamente por la promoción de la Ley de los Institutos y Escuelas de Educación Superior. Como Dirección, hemos tenido presencia y cercanía con los CETPRO e institutos tecnológicos y con todas las entidades públicas de todo el país. Ahora existe un mayor conocimiento y una mayor sensibilidad por el tema técnico productivo y superior tecnológico, porque hace años el Minedu y los gobiernos regionales no tomaban contacto directo con estas instituciones públicas.

– Desde su perspectiva, ¿cómo se podría convertir la experiencia del proyecto en un modelo que permita ser replicado en el futuro? ¿Se debe plasmar, por ejemplo, en una política pública?

Cuando tú pruebas un modelo y lo sistematizas, puedes lograr algunos elementos de éxito. ¿Dónde está la clave?, en la capacitación, en el perfil del docente, en el programa curricular, en el enfoque con el que se trabaja. Esa información nos permite, como ministerio, tener los criterios de éxito para poder transferirlos a otras realidades y adecuarlos. De igual forma, en términos de procesos administrativos, saber qué requieres para que ese proceso sea exitoso y cuánto cuesta trasladarlo.

Yo creo que si el proyecto FORMAGRO nos proporciona, al final de su ejecución, ese paquete de claves, avanzaríamos muchísimo y se podría replicar y adaptar en otro espacio. No sería al 100%, pues lo que se hace en Áncash no podría replicarse totalmente en Puno, pero por lo menos tienes las claves más importantes para poder tener presencia en otros espacios. Esa es la política pública justamente.

Lo que nosotros tenemos como política y lo que la ley nos va a permitir es replicar modelos. El ministerio no tiene un único modelo de formación en educación superior tecnológica ni a nivel técnico productivo. Esto nos va a permitir trasladar experiencias de un lado a otro, sin necesidad de tener todo igual, que no es la idea.

– ¿Considera importante el apoyo de la cooperación internacional a este tipo de iniciativas en el país? ¿Cómo se pueden fortalecer estos lazos?

Considero que lo más importante es tener un alineamiento de objetivos. Nosotros tenemos un documento de la reforma que apunta básicamente a mejorar la gestión, a revalorar al docente, a tener una política clara de equipamiento y de infraestructura en el ámbito nacional, entre otros lineamientos. También tenemos metas nacionales. Por ejemplo, sabemos que debemos tener una escuela tecnológica en cada una de las regiones o que tenemos que fortalecer todo lo que tiene que ver con la producción agropecuaria, con la tecnología de alimentos o con las industrias alimentarias, pues si bien son temas indispensables para el desarrollo nacional, los índices que tenemos en matrícula en esas áreas son muy bajas.

Entonces, con todos esos elementos y en función de esos lineamientos, la cooperación puede armar programas de apoyo en determinadas zonas, como ha sido el caso del proyecto FORMAGRO, que está totalmente alineado a la reforma. Si tenemos esa sintonía con la cooperación internacional, nosotros lo consideramos como parte de la reforma.

Por ejemplo, si nosotros necesitamos siete mil millones de soles para reformar la educación superior tecnológica y técnico productiva, ese dinero no sale solo del sector público nacional, sino que la cooperación puede tener, en escala, algunas intervenciones puntuales para poder llevar a las instituciones a donde se quiere. No queremos ni debemos tener intervenciones que disparen a sus propios objetivos, sino que haya una coincidencia de objetivos, y lo tengamos totalmente mapeado dentro de todo nuestro plan de reforma. Queremos que cada dólar que invierte un ciudadano de otro país en su cooperación tenga resultados y se vean, y que sean productivos, que tenga un efecto real en las familias, en la educación, o en cualquier otro programa social que promueva el sector público.