Wilmer Flores Ninasque: Promotor de la agroecología en Zúñiga

Desde muy joven, Wilmer Flores debía hacerse cargo de sus hermanos menores, ya que sus padres pasteaban sus animales en las partes altas de Tana en Yauyos y volvían cada jueves al pueblo. Siempre quiso estudiar una carrera, por lo que primero debía costear sus útiles escolares ya que sus padres no podían solventarlos.

Wilmer recuerda que en el año 2004 llegaron a su pueblo docentes del Instituto Tecnológico Pacarán, con el fin de promover la carrera agropecuaria. Apenas con 17 años y algunos ahorros, tomó la decisión de emprender el viaje para poder estudiar y así cumplir su objetivo.

Mientras estudiaba en el instituto, en paralelo, aprendió a preparar pisco y vino para costear la renta. Mientras llevaba uno de los cursos, realizó una pasantía al vivero orgánico Topara en Chincha; descubriendo así la agroecología. Supo de inmediato que era el camino que debía seguir.

Al culminar la carrera, hizo todo lo posible por realizar sus prácticas preprofesionales en el mismo vivero, logrando ser aceptado por 3 meses. Pero luego de ello, pensó que no había aprendido lo suficiente y se quedó por un año y medio trabajando en todas las áreas, con el propósito de aprender y tener en un futuro su propio vivero agroecológico.

“No necesitas tener buen capital para empezar, empieza con querer hacer algo, aunque sea con el pensamiento, pero empieza.”

El tiempo le dio la razón, con mucho esfuerzo logró comprar un terreno en el distrito de Zúñiga en Cañete junto a su compañera, Santa, hoy madre de sus cinco pequeños hijos. Empezaron con su casita de esteras y, poco a poco, él mismo construyó su casa de adobe.

“No necesitas tener buen capital para empezar, empieza con querer hacer algo, aunque sea con el pensamiento, pero empieza.”

 La primera venta fue a su vecino, a quien le entregó 10 plantones de palta. Aquello fue su mayor logro en el 2010, pero tuvo que esperar hasta el 2015 para que su vivero empezara a generar mayores ingresos.

Durante ese tiempo, también trabajó para el municipio de Hongos, en Yauyos, incentivando la producción agroecológica y asesorando a la población en el sembrío de frutales. También trabajó para el proyecto Agro Rural en una producción de rocoto orgánico en la misma zona.

En el 2017, a través de un amigo conoció al proyecto FORMAGRO y participó del curso “Producción de abonos orgánicos y microorganismos eficaces”. Aprovechó la oportunidad de seguir aprendiendo. “Siempre hay algunos temas que no logramos aprender del todo, a veces nos enseñan pequeñas cosas que tienen grandes valores.”

Con ello empezó a preparar sus propios abonos orgánicos tales como el compost, bocashi, bioles y humus; y logró garantizar la calidad de los cultivos en su vivero “Rumi Q´umir”. Mientras Wilmer trabaja en el vivero, Santa administra la bodeguita familiar ecológica “Punto Verde”, ofreciendo frutas orgánicas y yogures utilizando envases amigables con el medio ambiente; con el noble objetivo de darle un espacio de venta a productoras y productores de la zona.

En diciembre de 2018, Wilmer ganó el fondo de financiamiento Wiñay, invirtiendo el premio en la implementación y ampliación de su vivero. Hoy en día, al menos 30 personas dedicadas al agro lo visitan con frecuencia para llevar sus plantones de frutales. Les da asesoramiento y también les enseña a preparar sus abonos.

“Alguna vez a mí también me incentivaron y motivaron, por lo que esas enseñanzas no las puedo guardar, tengo que llevar esos conocimientos a otras personas para que tomen conciencia y juntos podamos cuidar la naturaleza y el futuro de nuestros hijos.”

“Alguna vez a mí también me incentivaron y motivaron, por lo que esas enseñanzas no las puedo guardar, tengo que llevar esos conocimientos a otras personas para que tomen conciencia y juntos podamos cuidar la naturaleza y el futuro de nuestros hijos.”